La policía le pilló in fraganti. Subido a
una escalera que él mismo había llevado y con el bote de spray todavía
en la mano. José Gallego, de 72 años, bajó y trató de explicarle al
agente que no era un gamberro haciendo una pintada; que estaba tachando
las placas franquistas que nadie había quitado de la iglesia de su
pueblo, Aspe (Alicante). “El policía me dijo que lo que estaba haciendo
era ilegal y yo le dije que ilegal era dejarlo como estaba porque la ley
de Memoria Histórica obliga a retirar todos los símbolos franquistas”,
explica. José Gallego está ahora imputado por un delito contra el
patrimonio histórico y cultural.