Foto de la cabeza de uno de los agredidos en la sala Stroika por nazi-fascistas españoles |
Rabia es lo que nos corre por las venas después de que entre 15 o 20 nazis intentaran asesinar a tres txabales.
Asco es lo que sentimos al enterarnos que los golpearon con barras de hierro y puños americanos durante más de dos minutos. Impotencia es lo que nos genera saber que uno de los agredidos tenía tan sólo dieciséis años.
Ira es lo que nos golpea en el pecho cuando recordamos a Albert tumbado en una cama de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital la Mutua de Terrassa.
Coraje son las ganas de seguir luchando contra la impunidad del fascismo y su cobertura institucional disfrazada de Plataforma per Catalunya, España 2000, MSR y un largo etcétera.
Cólera es lo que nos hace gritar que ninguna agresión quedará sin respuesta.
Venganza es lo que gritan nuestros corazones.