"Bien que en un caso estamos ante un sistema abierto y competitivo
que utiliza procedimientos electorales y, en el otro, ante un sistema
cerrado y rígidamente jerarquizado donde los nombramientos no necesitan
legitimación pública, en los últimos tiempos no es raro la comparación,
incluso la asimilación, de la partitocracia con el fascismo. Ambas son
formas autoritarias de gobierno que surgen tras los retrocesos y
derrotas del proletariado, en el subsiguiente proceso de masificación y
desclasamiento que dará lugar a una nueva clase media conformista y
aquiescente. Las dos nacionalizan bancos en ruina y tienen un momento
“plebeyo” inicial que estipula el “derecho al trabajo” y al “bienestar”,
bien apuntalando determinados sindicatos o bien creándolos ad hoc para
usarlos como interlocutores, momento que finaliza tan pronto como la
clase obrera es domesticada y disuelta. La conversión del proletariado
en una infantería pasiva de los sindicatos institucionales, sin ninguna
conciencia de clase ni deseo de transformación social, es fundamental
para la puesta en marcha de contrarreformas laborales; después se
pedirán esfuerzos depauperadores a las clases medias. Fascismo y
partitocracia basan su éxito en someter los antagonismos sociales al
mito del Estado, pero donde hay Estado, la libertad está supeditada a la
Razón de Estado, o sea que no existe. Por eso la clase política ha de
consolidar y conservar su status suprimiendo los fundamentos liberales
que la habían hecho posible. Se empeña en que la sociedad civil
proletarizada no se constituya al margen del sistema y le dispute
espacios, pero bajo el fascismo, en tanto que defensa extremista de la
economía, se recurre a la brutalización de la vida pública, mientras que
bajo el sistema parlamentario de partidos, en tanto que defensa
modernizante, se emplea de preferencia la seducción consumista y la
corrupción. Las dos maneras son respuestas costosas a la crisis
capitalista puesto que necesitan mantener una creciente población
improductiva que lleve a cabo una renovación, una movilización y un
trasvase de recursos fuera del alcance del Mercado. Pero el fascismo es
una respuesta arcaica y dura, y la partitocracia, una respuesta más
envolvente y racionalizada. Son maneras de organización política del
gran capital, diferentes de los regímenes antiguamente llamados
“bonapartistas” -haciendo referencia a la dictadura populista implantada
en Francia tras una victoria electoral por Luis Napoleón, como el del
mariscal Pétain, también en Francia, el del general Perón en Argentina o
el chavismo. Partitocracia y fascismo poseen una base social concreta,
la pequeña burguesía, los empleados y el proletariado desclasado en el
segundo, y la clase media asalariada y los obreros sindicalmente
amaestrados en el primero."
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