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miércoles, 13 de marzo de 2013

Foucault-Una introducción a la vida no fascista

"¿Cómo hacer para no convertirse en fascista incluso cuando (sobre todo cuando) se cree ser un militante revolucionario?¿Cómo hacer desaparecer de nuestro discurso y de nuestros actos, de nuestros corazones y placeres, ese mismo fascismo?¿Cómo arrancar ese fascismo incrustado en nuestro comportamiento? Los moralistas cristianos buscaban las trazas de la carne que se habían introducido en los repliegues del alma. Deleuze y Guattari,  en cambio, acechan las más ínfimas partículas del fascismo en el cuerpo.

Rindiendo un modesto homenaje a San Francisco de Sales (1) podría decirse que El Anti-Edipo es una introducción a la vida no fascista.

Este arte de vivir contrario a todas las formas de fascismo, ya  estén instaladas o próximas de serlo, van acompañadas de un cierto número de principios esenciales, que  yo resumiría como sigue si tuviera que convertir  este gran libro  en un manual o una guía de la vida cotidiana:

- Liberad la acción política de toda forma de paranoia unitaria y totalizadora.

- Incrementad  la acción, el pensamiento y los deseos mediante  proliferación, yuxtaposición y disyunción, antes que  por subdivisión y jerarquización piramidal.

- Liberaos de las viejas categorías  de lo Negativo  (la ley, el límite, la castración, la carencia, la laguna) que el pensamiento occidental   ha sacralizado durante  tanto tiempo  como forma de   poder y modo de acceso a la realidad. Preferid aquello  que es positivo y múltiple, la diferencia a la uniformidad, los flujos a las unidades, Ias disposiciones móviles a los sistemas. Considerad que lo que es  productivo no es sedentario sino móvil.

- No imaginéis que haya que ser  triste para ser militante, incluso si lo que  se combate es abominable. Es el vínculo del deseo a la realidad (y no su fuga en las formas de la representación)  el que posee una fuerza revolucionaria.

-No utilicéis el pensamiento para dar  a una práctica política el valor de Verdad; ni la acción política para desacreditar un pensamiento, como si no fuera más que pura  especulación. Utilizad la práctica política como un intensificador del pensamiento, y el análisis como un multiplicador de las formas y de los dominios de intervención de la acción política.

- No exijáis a la política que restablezca los "derechos" del individuo tal  cual han sido definidos por el filosofo. El individuo es el producto del poder. Lo que hay que hacer es "desindividualizar" por la multiplicación y el desplazamiento,  por la suma  de combinaciones diferentes. El grupo no debe ser el vínculo orgánico que une a individuos jerarquizados, sino un constante generador de "desindividualización".

- No os enamoréis del poder.

- Podría incluso decirse que Deleuze y Guattari aman tan poco el poder que trataron de neutralizar los efectos del poder vinculados a su propio discurso. De ahí los juegos y las trampas que encontramos un poco en todo el libro, y que convierten su traducción en un auténtico tour de force. pero no se trata de las trampas familiares de la retórica, aquellas que tratan de seducir al lector sin que este sea consciente de la manipulación, y que terminan por ganarlo para la causa de los autores, contra su voluntad. Las acechanzas de  El Anti-Edipo son las del humor: otras tantas invitaciones a dejarse expulsar, a despedirse del texto dando un portazo. El libro hace a menudo pensar que no se trata de otra cosa que de un humor y de juego, allí donde, sin embargo, ocurre algo esencial, algo tremendamente serio: el acoso de todas las formas del fascismo, desde aquellas, colosales, que nos rodean y nos aplastan, hasta las  formas más pequeñas que instauran la amarga tiranía de nuestras vidas cotidianas."


(1) Hombre de Iglesia del S. XVII, que fue obispo de Ginebra. Es conocido por su Introducción a la vida devota.

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