Alèssi Dell´Umbria desgrana las distintas causas de tan impactante revuelta y traza con mestría un cuadro descaradamente certero de las sociedades capitalistas contemporáneas. En su análisis de las circunstancias vitales de la racaille señala aspectos tan diversos como el urbanismo alienante y segregador de las grandes metrópolis, el racismo institucional( tanto el racismo sin tapujos de los nazis de Le Pen como el racismo buenista y bienpensante de la izquierda progre), la violencia y el hostigamiento policial, las pésimas expectativas de futuro y un sistema educativo que condena a los chavales de los barrios a una miseria perpetua.
El libro rompe radicalmente con el discurso criminalizante de los medios de comunicación, pero sin caer en la condescendencia con una insurrección que muy lejos estuvo de poseer una conciencia política seria y comprometida más allá de los meramente espectaculas enfrentamientos con los CRS( antidisturbios franceses).
"¿Chusma?" es una lectura estimulante y sumamente necesaria en los tiempos que corren de desestructuración masiva de la ingeniería social programada desde hace tiempo. Cabe recordar que, hace apenas año y medio, las calles de Londres ardieron en unas jornadas de características muy similares al "otoño francés" y, doy por sentado, que no será la última vez que veamos tales estallidos de cólera en las entrañas de este viejo y podrido continente.
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Lejos de cualquier discurso prepotente, moralizante o pseudoinsurreccionalista, este riguroso y esclarecedor texto sitúa los acontecimientos del otoño de 2005 en Francia (y su prolongación hasta la actualidad) dentro del proceso de desintegración social y reforzamiento del Estado-Leviatán iniciado en toda Europa. Y lo hace con la intención de abrir un debate real y proponer una perspectiva revolucionaria ante el chantaje político-mediático que ofrece, como opción ineludible, la elección entre la integración laica y democrática frente al comunitarismo étnico-religioso o pseudocultural. Así pues, este ensayo nos ofrece mucho más que una historia de la revuelta de los suburbios o de la inmigración, ya que no se limita a dar las claves de varias décadas de evolución social (lo que ya es todo un logro en sí mismo), sino que propone orientaciones concretas para el presente y el futuro inmediatos.
Desde su aparición, este texto se ha convertido en cita obligada para todo aquel que desee conocer sin distorsiones la realidad de los «suburbios» franceses. Esta segunda edición amplía y actualiza las reflexiones de la primera, a la vez que aporta nuevos datos sobre la evolución del conflicto, más enconado que nunca; como anexo, además, incluye uno de los pocos escritos nacidos al calor de la revuelta, que concluye de forma tan sencilla como cruda: «Ya no tenemos nada que perder, preferimos morir rodeados de sangre que de mierda».
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Alèssi Dell’Umbria no es, por fortuna, ni sociólogo ni periodista
ni militante. A principios de los años ochenta participó en la primera
gran revuelta de las banlieues, para después asistir,
impotente, a la derrota y recuperación de la misma, así como a la
instauración en el país vecino de un auténtico apartheid social. Además de participar de manera habitual en diferentes proyectos de crítica social, recientemente ha escrito Histoire universelle de Marseille, de l’an mil à l’an deux mille.
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[...] La cuestión social por excelencia es la de la relación con el
mundo. El aislamiento, la separación entre el individuo y la comunidad,
son la condición misma del funcionamiento de la maquinaria
capitalista. Para el capital es imperativo destruir, ya sea mediante la
violencia directa o por medio de infames constreñimientos, cualquier
forma de arraigo local, a imagen de los campesinos ingleses del siglo
xviii a los que obligó, a través de las enclosures (cercados),
a abandonar el campo para engrosar las filas del ejército de reserva
del salariado industrial. Desarraigados, privados del punto de apoyo de
la comunidad rural, a los fabricantes textiles de Manchester y de
Birmingham les servían igual para un roto que para un descosido. Ahora
nos encontramos en una etapa en que ese proceso se ha globalizado bajo
diversas formas, lo que significa que los incendios de los suburbios no
plantean una cuestión de derechos, sino las cuestiones de la lucha
social real, porque los jóvenes parados-de-por-vida y precarios que
nacen y crecen en estas áreas de marginación no son el resultado de una
injusticia particular, sino la condición de funcionamiento de un país
capitalista avanzado. [...]DESCARGAR AQUÍ